sábado, 8 de septiembre de 2007

La paridad real no se impone por ley

Santa Blandina: «Soy cristiana, nosotros no negociamos ninguna maldad» mártir del + 178ca.Lyon

No puede menos de causar extrañeza el ver cómo crecen a la vez la protesta indiscriminada contra la pena de muerte, contra toda forma de guerra, y la reivindicación de liberalizar el aborto, bien sea enteramente, bien por "indicaciones" cada vez más numerosas. La Iglesia tiene demasiada conciencia de que es propio de su vocación defender al hombre contra todo aquello que podría deshacerlo o rebajarlo, como para callarse en este tema: dado que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, no hay hombre que no sea su hermano en cuanto a la humanidad y que no esté llamado a ser cristiano, a recibir de él la salvación.

… un “pequeño detalle”. Hace muchos años que vengo pensando y diciendo que desde el mismo instante en que los políticos y la sociedad autorizaron el crimen de los seres humanos no nacidos, todas las demás barbaridades estarían permitidas. ¿Quién le dice a un joven que no maltrate a sus mayores o a sus compañeros, si ve que a una futura madre le está permitido matar a su propio hijo?

Es imposible educar en unos valores que no sabemos defender. Por desgracia nadie puede extrañarse de que un hijo mate a su padre porque le estorba, puesto que unos padres sí pueden legalmente, por varios motivos, todos ellos injustificables, acabar con la incipiente vida de su hijo.

María del Carmen Antoja Giralt - 2006-10-05-hispanidad.com

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La paridad real no se impone por ley - Una de las indiscutibles conquistas de las sociedades desarrolladas ha sido la de la igualdad de oportunidades para el hombre y para la mujer. Resulta paradójico que la sensibilidad social de las políticas de algunos gobiernos haya que llevarla a la práctica por medio de la ley, descuidando otros procesos básicos como son la educación y la propuesta de valores. Lo que no tenemos claro es qué significa la paridad en el conjunto de las políticas sociales en ciertos gobiernos. Si por paridad entendemos la eliminación de trabas legales, administrativas, sociales y culturales que impidan a las mujeres el ejercicio pleno de sus capacidades profesionales, bienvenida sea. La igual dignidad del hombre y de la mujer es una de las bases fundamentales para el progreso de la persona y de las sociedades. Pero si con el argumento de la paridad se esconde la imposición legal de una ideología de género, debemos encender las luces de alarma. Además, con esta imposición arbitraria de la paridad, que puede llevar a lo grotesco, no encontrarán respuesta los problemas de la mujer en el mundo profesional y familiar. La conciliación entre vida familiar y vida laboral, o el desarrollo de nuevas formas de trabajo que tengan presente el genio femenino, serían esfuerzos más fecundos que esta norma de inequívoco sabor ideológico. 2006.X.

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EEUU legalizó el aborto sobre

la base de una mentira

Redacción - 01/10/2006
La Cámara Alta norteamericana abordará esta semana una petición para revisar un “fallo histórico”

El aborto se legalizó en EEUU si era por "motivos de salud" para la madre o el hijo desde la concepción hasta el noveno mes de gestación. Sandra Cano, bajo el seudónimo judicial de Mary Doe, fue manipulada para obtener una práctica que hoy atenta anualmente contra la vida de millones de seres humanos.

Su abogada, aprovechó su situación para que su nombre apareciera en una lista de feministas y liberales en los años 70. Esta semana, treinta años después, el juicio se repite.

En 1973, Sandra tenía 22 años de edad, estaba embarazada de su cuarto hijo y buscaba divorciarse de su esposo acusado de abuso de menores, según informó Aciprensa. El Servicio Social le había quitado sus tres hijos mayores. La desesperación le obligó a buscar ayuda.

Los Servicios de Ayuda Legal le ofrecieron obtener el divorcio y recuperar la custodia de sus hijos a cambio de que aceptara abortar al bebé que esperaba. Sandra no aceptó la propuesta, pero la abogada Margie Pitts Hames de la American Civil Liberties Union (ACLU) “la hizo firmar un papel con engaños y empleó su caso para exigir la despenalización del aborto en una corte local”.

Así, se legalizó el aborto, pero Sandra nunca se sometió a ese procedimiento y cuando supo que fue usada para promover esta práctica comenzó una larga campaña para revertir la decisión judicial. Según su demanda, ella no firmó el documento en el que alegaba que no podía o no quería cuidar de su bebé.

http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?IDNodo=-3&Id=15545

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ABORTEROS CAMBIAN DE NOMBRE AL ABORTO

A veces, para que una mentira cuele hay que cambiar a las cosas de nombre. Voy a ver si me explico. ¿Qué pasaría si a una persona normal, a usted mismo, por ejemplo, le preguntaran a bocajarro si estaría dispuesto a cometer un asesinato?. Una vez repuesto del susto, del asombro y del malestar que lleva consigo semejante interrogación, la respuesta sería una negativa sin fisuras. Imaginemos la reacción si, además, la supuesta vida que está en juego fuera la de un ser humano inocente.

Por odio a Dios, por resentimientos ancestrales, o por otros motivos inconfesables, algunos pretenden colar una mentalidad que desprecia la vida humana, una mentalidad de muerte. Estos encuentran un camino que en ocasiones les da resultado, aunque debilita la conciencia de las personas poco formadas o débiles en su pensamiento: deciden cambiar el nombre de las cosas. Eso ha sucedido en nuestro entorno cultural en el caso del aborto.

Es difícil, por no decir imposible, encontrar una persona normal que acepte o admita como asunto de poca monta "matar un niño antes de que nazca". Pero si a ese asesinato se le empieza a dar un nombre confuso y rocambolesco, puede que la conciencia de personas sencillas con menos formación no muestre un rechazo tan definitivo.

La enseñanza del Papa es clarificadora:

"Entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso. El Concilio Vaticano II lo define, junto con el infanticidio, como "crímenes nefandos".

Hoy, sin embargo, la percepción de su gravedad se ha ido debilitando progresi-vamente en la conciencia de muchos. La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida. Ante una situación tan grave, se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño. A este propósito resuena categórico el reproche del Profeta: "¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal!". Precisamente en el caso del aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua, como la de "interrupción del embarazo" que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública. Quizás este fenómeno lingüístico sea síntoma de un malestar de las conciencias. Pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas: el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento". (Evangelium Vitae, nº58)

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El aborto - La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf CDF, instr. "Donum vitae" 1, 1).

Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado (Jr 1, 5; Jb 10, 8-12; Sal 22, 10-11).

Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra (Sal 139, 15).

Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.

No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido. (Didajé, 2, 2; Bernabé, ep. 19, 5; Epístola a Diogneto 5, 5; Tertuliano, apol. 9).

Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables (GS 51, 3).

La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. ‘Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae’ (CIC can. 1398), es decir, ‘de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito’ (CIC can. 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (cf CIC can. 1323-1324). Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.

El derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación:

‘Los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado. Entre esos derechos fundamentales es preciso recordar a este propósito el derecho de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte’ (CDF, instr. "Donum vitae" 3).

‘Cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho... El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos’. (CDF, instr. "Donum vitae" 3).

Puesto que debe ser tratado como una persona desde la concepción, el embrión deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como todo otro ser humano.

El diagnóstico prenatal es moralmente lícito, ‘si respeta la vida e integridad del embrión y del feto humano, y si se orienta hacia su protección o hacia su curación... Pero se opondrá gravemente a la ley moral cuando contempla la posibilidad, en dependencia de sus resultados, de provocar un aborto: un diagnóstico que atestigua la existencia de una malformación o de una enfermedad hereditaria no debe equivaler a una sentencia de muerte’ (CDF, instr. "Donum vitae" 1, 2).

Se deben considerar ‘lícitas las intervenciones sobre el embrión humano, siempre que respeten la vida y la integridad del embrión, que no lo expongan a riesgos desproporcionados, que tengan como fin su curación, la mejora de sus condiciones de salud o su supervivencia individual’ (CDF, instr. "Donum vitae" 1, 3).

‘Es inmoral producir embriones humanos destinados a ser explotados como «material biológico» disponible’ (CDF, instr. "Donum vitae" 1, 5).

‘Algunos intentos de intervenir en el patrimonio cromosómico y genético no son terapéuticos, sino que miran a la producción de seres humanos seleccionados en cuanto al sexo u otras cualidades prefijadas. Estas manipulaciones son contrarias a la dignidad personal del ser humano, a su integridad y a su identidad’ (CDF, instr. "Donum vitae" 1, 6).

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RESPONSABILIDAD: hablar de la palabra responsabilidad, desaparecida de los textos escolares. Decir que la enseñanza no insiste mucho en ese concepto, verdaderamente indispensable. Es un cultismo que se introdujo en el siglo XIX para indicar la cualidad del que “responde”, en el sentido del que cumple lo que de él se espera. Es la base de la concepción individualista y moral del Derecho. Es responsable quien anticipa un posible daño para cualquiera, el que acepta las consecuencias de su libre decisión, el que cumple con su obligación. Lástima que en español no tengamos equivalencia para la voz inglesa accountability (= responsabilidad en el sentido de presentar las cuentas claras).

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Aunque los masones lo nieguen, lo cierto es que la cosmovisión masónica no es la propia de una sociedad filantrópica como afirman a menudo, sino la de una religión. Esa circunstancia explica, precisamente, las condenas repetidas de la Santa Sede y las de otras confesiones cristianas que consideran incompatible la pertenencia a la masonería con el cristianismo.
La masonería podría definirse como una sociedad secreta, con una estructura iniciática, una cosmovisión gnóstica y un despliegue vivencial que facilita el que sus miembros se ayuden a la hora de ocupar puestos de importancia en la sociedad.
2005.

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La Iglesia no se edifica sobre comités, juntas o asambleas. La palabra y la acción de sus miembros salvarán al mundo en la medida en que estén conectados con el sacrificio redentor de Cristo, actualizado en el misterio eucarístico, que aplica toda su fuerza salvífica. Toda palabra que se oye en la Iglesia, sea docente, exhortativa, autoritativa o sacramental, sólo tiene sentido salvífico, y edifica la Iglesia, en la medida en que es preparación, resonancia, aplicación o interpretación de la "protopalabra" [48]: la palabra de la “anamnesis” ("hoc est enim corpus meum...") que hace sacramentalmente presente al mismo Cristo y su acción redentora eternamente actual, al actualizar el sacrificio del Calvario para que se realice la obra de la salvación con la cooperación de la Iglesia, su esposa.

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CORRECCIÓN FRATERNA Y POTESTAD DE LA IGLESIA

Evangelio según San Mateo 18,15-20.

Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".

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El permisivismo es negación de libertad, porque libertad significa ante todo dominio, señorío de sí, y permisivismo supone abandono, sometimiento de la razón a lo irracional y de la voluntad libre a la pasión sin norma y sin cauce. (A. Orozco)


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"No sigas a la muchedumbre para obrar mal, ni el juicio acomodes al parecer del mayor número, si con ello te desvías de la verdad" SAN ATANASIO + año 373

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«La democracia es una forma o método político que posee valor moral, pero que no garantiza la moralidad de sus resultados, pues éstos dependerán, sobre todo, del criterio y de la formación moral de la mayoría de los ciudadanos. Se concede una valoración excesiva al consenso como método para determinar lo que es o no correcto en el orden moral. Si es dudoso en el ámbito de la política, es falso en el orden moral. La mayoría no tiene necesariamente razón, lo que tiene es la fuerza democrática; si abusa de ella, degenera en tiranía». Ignacio Sánchez Cámara – España - 2004-09-

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«Nada impide a un cristiano la esperanza»

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Sobre los altares es suficiente con que brille la Hostia Sagrada. Sino, como dijo san Hilario + 367 ca., construiríamos iglesias para destruir la fe.

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También la transfiguración sucede en la contemplación de la creación. Dios ha escrito dos libros: uno es la Escritura, el otro la creación. Uno está hecho de letras y palabras, el otro de cosas. No todos conocen y pueden leer el libro de la Escritura, pero todos, también los iletrados, pueden leer el libro que es la creación. Está abierto de par en par a los ojos de todos.

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CREACIÓN - La fe cristiana no va en contra de la razón. Protege a la razón, la protege cuando pregunta por el todo. Hasta hace poco era corriente el reproche de que la fe es enemiga del progreso y se aproxima a un resentimiento malsano contra la técnica. Actualmente, cuando se ha puesto de moda las dudas frente a la técnica, se oye el reproche diametralmente opuesto: con un lema «¡someted la tierra!», y con su desacralización del mundo, la fe ha creado una propensión al dominio y explotación desenfrenados de la tierra, trayendo así la maldición de la técnica. Prescindamos aquí de la cuestión de la culpa que pueda recaer particularmente sobre el cristiano en este o aquel sentido; el sentido de la fe misma se interpreta mal en uno y otro caso. Cierto, la fe entrega el mundo al hombre, y en esta medida ha posibilitado también la modernidad. Pero la fe une siempre la cuestión del dominio sobre el mundo a la cuestión de la creación de Dios y del sentido de esa creación. La fe posibilita la investigación e indagación técnica, porque interpreta la racionalidad del mundo y la ordenación del mundo al hombre; pero se opone también profundamente a que se limite el pensamiento a la cuestión de la funcionalidad, a la cuestión de la utilidad. La fe desafía al hombre a que se pregunte, por encima de la utilidad momentánea, por el fundamento de la totalidad. Protege a la razón, en cuanto que contempla y percibe, contra el predominio de la razón meramente instrumental.

Con esto se divisa ya lo inmediato: en la fe en la creación de Dios no se trata de mera teoría, no se trata de la cuestión de un pasado muy remoto en el que surgió el mundo. En esa fe se trata del presente, de la actitud correcta frente a la realidad. Resulta decisivo para la fe cristiana en la creación que el Dios creador y el dios redentor, el Dios del origen y el Dios del fin sean uno y el mismo. Si se disuelve esa unidad surge la herejía, se desintegra la contextura fundamental de la misma fe. Esa tentación es antiquísima, aun cuando las formas bajo las que se presenta la hagan aparecer como algo del todo nuevo. Al comienzo de la historia de la Iglesia, Marción, oriundo de Asia Menor, dio a esa tentación una figura fascinante. Contra la unidad entre Jesús y el antiguo Testamento, sostenida por la Iglesia mayoritaria, objetó que el Nuevo Testamento dice expresamente que los judíos no conocieron al Padre de Jesucristo, a su Dios. De ahí que el Dios del Antiguo Testamento no pueda ser el de Jesucristo. Jesús trajo un Dios verdaderamente nuevo y desconocido hasta entonces, que nada tenía que ver con el Dios celoso, airado, vengador, de la antigua alianza. Su dios es sólo amor, perdón, alegría; su Dios ya no amenaza, sino que es en todo esperanza y perdón, alegría; él solo es el buen Dios. Para eso vino Jesús, para liberar al hombre de la ley del viejo Dios, y aun del viejo Dios mismo, y transferir al Dios de gracia que se manifestó en su persona. La calumnia del antiguo Dios que Marción entona así es al mismo tiempo calumnia de fallida creación, sublevación contra la creación por un nuevo mundo* (H. Rahner ofrece información primaria sobre Marción en Markion: LThk 2VII, 92s; J. Quasten, Patrología I, Madrid 1961, 555-557. Todavía resulta fundamental A. Harnack, Marcion. Das Evangelium von fremden Gott, Leipzig-Berlin 2-1924; Id., Neue Studien zu Marcion, Leipzig-Berlin 1923.

Quien siga hoy con atención la trayectoria de los espíritus, podrá comprobar que, bajo muchos aspectos, se puede hablar justamente de una vuelta a Marción. Naturalmente hay también diferencias, y son las que primero caen bajo la mirada del observador. Éste puede advertir que la repulsa de la creación condujo a Marción precisamente a un odio neurótico contra el cuerpo, del que hoy estamos muy alejados; un odio cuyo emplazamiento es el oscuro medievo, que se ha transmitido dentro de la Iglesia mayoritaria y que hoy está prácticamente superado. Ahora bien, puede naturalmente preguntarse si hubiese sido posible construir tales catedrales, componer tl música, si no se hubiera dado un profundo amor a la creación, a la materia, al cuerpo. Pero una disputa semejante no captaría el punto central. Pues realmente, de aquella repulsa del creador y de la creación que Marción vincula con la gran corriente de la llamada gnosis, nació tanto el ascetismo desdeñoso del cuerpo como el cínico libertinaje, que en realidad implica asimismo odio al cuerpo, al hombre, al mundo. Lo que en apariencia son dos extremos, acercan mucho y sus posiciones fundamentales se cruzan entre sí. Así como en la falsa ascesis, enemiga de la creación, el cuerpo se convierte en sucio saco de gusanos que no merece sino desprecio y malos tratos, del mismo modo el libertinaje tiene su fundamento en que el cuerpo se torna organismo, mera cosa: su expulsión del reino de lo moral, de la responsabilización espiritual, es al mismo tiempo expulsión de lo humano en el hombre, de la dignidad del espíritu. Se convierte en mero objeto, en cosa, con él también se hace la vida del hombre vulgar y ramplona. ¿No hemos llegado a Marción desde el extremo opuesto? ¿Y no se dan también en teoría formas refinadas de semejante rechazo del cuerpo lejos de la humano, de semejante reducción a cosa y del desprecio a ello anexo? Si Dios nada tiene que ver con el cuerpo, cuando dios penetra en lo corporal, como en la cuestión del nacimiento virginal de Jesús, o como en la confesión de la resurrección del Señor, ¿no nos acontece que lo echamos a un lado como ingenuidad poco ilustrada? ¿No descartamos con ceño indignado el pensamiento de que Dios pueda hacerse tan concreto, tan material?

Pero con eso no hemos abarcado aún toda la extensión del pensamiento. Dondequiera que el hombre se burla de su cuerpo, en la ascesis o en el libertinaje, se burla también de sí mismo. Tanto la ascesis como el libertinaje, adversos a la creación, conducen por necesidad forzosa al odio del hombre hacia su cuerpo, hacia sí mismo, hacia la realidad como un todo. Ahí se encierra el detonante político de ambas posiciones. El hombre, que tan profanado se siente, quisiera destruir esta prisión de deshonra, el cuerpo y el mundo como un todo, para poder evadirse de semejante rebajamiento. Pide a gritos el otro mundo, apoyado en el odio a la creación y a Dios, quien tiene que responsabilizarse de la totalidad de las creraturas. Por eso la gnosis, por primera vez en la historia del espíritu, llegó a ser ideología de la revolución total*(Sobre el carácter revolucionario de la gnosis, H. Jonas, Gnosis und spätantiker Geist, Göttingen 2-1954 [versión cast.:La gnosis y el espíritu de la antigüedad tardía. Valencia 1999], E. Voegelin, Wissenschaft, Politik undn Gnosis, Manchen 1959).

No se trata ya de luchas políticas o sociales por el poder, como las que siempre se han dado, sino de algo más básico: de la hostilidad contra la realidad misma, que el hombre, en su propia asendereada existencia, ha aprendido a odiar. En el desdén del propio cuerpo se desintegra el hombre desde su raíz, juntamente con el mismo ser, que ya no es para él creación sino lo establecido y, por consiguiente, lo que se ha de aniquilar. Marx y Marción están tremendamente próximos en la ideología de la revolución. De ahí que la revolución se convierta, de medio político, en ídolo religioso, allí donde ya no se trata de enfrentarse con esta o aquella situación política, sino de un doble dios, de la sublevación contra la realidad misma que, en cuanto establecida, debe ser pisoteada para crear otro espacio por completo diferente. El enfrentamiento a las valoraciones del comportamiento nunca es aquí, por tanto, una disputa sobre lo puramente moral, sino que se debate siempre el ser mismo; dicho enfrentamiento se convierte en disputa metafísica. Cuando se difama la existencia de la familia, de la paternidad y la maternidad humanas como obstáculo a la libertad, cuando se consideran inventos de los dominadores la reverencia, la obediencia, la fidelidad, la paciencia, la bondad, la confianza, y se enseña a los niños el odio, la desconfianza, la desobediencia como las verdaderas virtudes del hombre liberado, entonces entran en juego el creador y la creación. La creación como un todo va a ser relevada entonces por otro mundo que el hombre se construirá. En la lógica de este inicio, sólo el odio puede ser camino para el amor; pero esa misma lógica se apoya previamente en la antilógica de la propia destrucción. Pues allí donde se calumnia la totalidad de lo real, donde se hace mofa del creador, corta el hombre sus propias raíces. Comenzamos a reconocer eso muy palpablemente a un nivel bastante inferior: en la cuestión del medio ambiente, donde se demuestra que el hombre no puede vivir en contra de la tierra, sino de ella. Pero no queremos reconocer que eso vale a todos los niveles de la realidad.

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¡Gloria al Señor, Rey de Reyes, fundamento de la Iglesia!

¡Buenaventura eres Tú, Oh María, Madre del Salvador!

“Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones” Biblia. Evangelio según San Lucas Cap.1º vs. 48. La Iglesia, hace XXI siglos fundada por Tu Hijo, te alaba, ¡Oh Madre plena de dicha y felicidad!

Gracias por venir a visitarnos

Recomendamos vivamente: ANTROPOLOGÍA DEL HECHO RELIGIOSO- Autor: José María Barrio Maestre, (Rialp, Madrid 2006) . El libro pone de relieve la influencia positiva que ha tenido la religión en el desarrollo de la civilización humana; incluye un debate Ratzinger-Habermas.

http://www.conocereisdeverdad.org/

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